miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cuidar de un gato cuando envejece



1. Cómo tratar al gato anciano

Un gato bien cuidado supera los 20 años de edad en condiciones muy óptimas. Hay gatos que a partir de los 10 o 12 años ya muestran signos de vejez, mientras que otros, a los 16, siguen siendo tan juguetones como cuando eran pequeños. De cualquier forma, es aconsejable que a partir de los 10 o 12 años de edad le llevemos una a dos veces al año al veterinario, ya que gracias a estas revisiones podremos tener conocimiento de si manifiesta cualquier problema propio de esta edad.
 
2. Su comportamiento

Aunque nuestro gato siga siendo partidario de los juegos, cuando es anciano suele mostrar unos signos específi cos. Por lo general, los gatos ancianos son menos activos y duermen más horas. Algunos aumentan de peso, aunque es más común que adelgacen gradualmente y tengan más sed.
 
3. Cuidados especiales

En primer lugar, debemos preocuparnos de que nuestro gato cuente con una buena provisión de agua, pues como señalábamos antes, los gatos ancianos suelen beber más que cuando eran jóvenes. Además, debemos vigilar más su aseo, pues ya les va a costar hacerlo por sí solos. También van a tener más problemas para librarse de las bolas de pelo y debemos poner un especial cuidado en el estado de sus uñas.
Los gatos ancianos no suelen desgastarlas demasiado por lo que pueden crecer en exceso, curvándose hacia adentro y, si no hemos cuidado este aspecto, con el tiempo podrían hincarse dentro de las patas. Si las vemos demasiado largas habrá que cortarlas y para ello, si no nos vemos con la suficiente destreza, lo mejor es no intentarlo y acudir al veterinario. Hay que vigilar también el estado de los dientes y evitar que se acumule el sarro y se produzca por lo tanto infl amación de las encías.
Es importante además durante esta época de la vida de nuestro gato que prestemos especial atención a su lugar de descanso. La cama tiene que ser caliente y estar en un lugar donde no haya corrientes de aire. Por último, y a medida que tenga más edad, podemos verle más torpe y que disminuye su capacidad auditiva y visual. En estos casos tengamos paciencia, si el gato está sano a pesar de que haya perdido sus capacidades juveniles todavía puede proporcionarnos cariño y momentos agradables.
 
4. Alimentación

Si tenemos uno de esos gatos que son especialmente exquisitos con lo que comen, lo más probable es que una vez que envejecen se acentúe esta tendencia. De cualquier forma, ahora más que nunca debemos cuidar los productos que le ofrecemos. Sólo debemos ofrecerle alimentos específi cos para gatos de buena calidad y es mejor que no le proporcionemos sobras de nuestros alimentos.
Es muy probable que a medida que envejece, el gato coma menos. No hay que alarmarse por ello, a no ser que experimente pérdidas excesivas de peso, probablemente también comerá con más frecuencia, por lo que debemos estar atentos a proporcionarles esas pequeñas raciones cuando lo requiera. Puede ocurrir que al verle todos los días, nosotros no detectemos bien las pérdidas de peso, por ello es recomendable que llevemos un registro cada dos o tres meses, pesándolo nosotros mismos y anotando los resultados.
 
5. Visitas al veterinario

En cuanto se manifi esten los primeros signos de vejez es importante acudir al veterinario para que evalúe el estado de salud de nuestro gato. Después, aún estando sano, debemos llevarle al menos dos veces al año.
Si notáramos una disminución excesiva de peso o un aumento signifi cativo de su sed, también debemos consultarlo con el veterinario. Si nuestro gato está bien vigilado por el veterinario podrá gozar de calidad de vida y eso nos permitirá disfrutar plenamente de su compañía.
 
6. Problemas más comunes

Diabetes: puede provocar un signifi cativo aumento de la sed en los gatos y muchas veces se detecta por el olor a acetona de su aliento y porque en un principio aumenta de peso pero después lo pierde signifi cativamente. Para saber si realmente el gato la padece, el veterinario debe proceder a realizar un análisis de orina y de sangre. El tratamiento a seguir suele basarse en un cambio en la dieta y periódicas inyecciones de insulina. Si nuestro gato tiene esta enfermedad, deberemos a aprender a pincharle.

Hipertiroidismo. Esta afección es una de las causas más frecuentes de pérdidas de peso y aumento de la sed de forma signifi cativa en el gato viejo. Se debe a un pequeño tumor que se produce en la glándula tiroides, y a pesar de no ser cancerígeno, sí estimula la segregación de esta hormona en exceso.
Cuando el gato la padece, suele presentarse un apetito voraz y diarrea. Probablemente nuestro gato también esté nervioso y demasiado activo. Se suele tratar con fármacos y mediante cirugía. Este último es un método más invasivo pero también mucho más efi caz. La decisión de someter al gato viejo a la intervención, debe ser tomada considerando la opinión del veterinario, ya que él es la persona que tiene los criterios más objetivos sobre la situación y estado del gato.

Cataratas. Esta es una de las afecciones más comunes en los gatos mayores. Lo más habitual es que comience con una pequeña nebulosa que vaya progresando a medida que el gato envejezca y no llegue a producir ceguera hasta edades muy avanzadas. Por lo general, el gato se va acostumbrando a esta pérdida progresiva de visión. Se adapta bien a ella y no requiere que se elimine la catarata. De cualquier forma, es muy aconsejable hablar con el veterinario de este problema y evaluar el grado de visión que ha perdido el gato.

Incontinencia. A pesar de que nuestro gato haya sido un animal muy limpio y siempre haya hecho sus necesidades en su bandeja, puede ocurrir que cuando es anciano este comportamiento sufra variaciones.
No es infrecuente que se dé este problema y según los expertos las razones que originan esta incontinencia se deben a una infección urinaria o renal, lo que implica una evaluación del veterinario. También puede tratarse de pereza, es decir, nuestro gato es menos activo, más comodón y no ha ido hasta su bandeja, lo que nos obligará a adiestrarlo de nuevo, tal y como hicimos cuando llegó a casa. O simplemente puede deberse a un síntoma propio de su edad, es decir por la propia senilidad del animal.
En este caso, habrá que tener paciencia y quizá poner más recipientes en la casa. Lo mejor es consultarlo con el veterinario, ya que si nuestro gato se encuentra en esta situación, probablemente su estado no goce de las mejores condiciones.

Problemas dentales. Como ya hemos señalado, el sarro es el gran enemigo de la dentadura de nuestro gato. Y precisamente, al igual que ocurre con las personas, para estos animales, llegar a viejos con una dentadura sana va a determinar claramente su calidad de vida.
Al fin y al cabo nosotros tenemos la posibilidad de los implantes y dentaduras postizas, pero nuestro gato no. De ahí que debamos cuidar su boca desde pequeños, pero especialmente cuando sabemos que nuestro gato ha entrado en años.
El sarro inflama las encías lo que facilita que las infecciones ataquen las raíces de los dientes, aflojándolos hasta que incluso se caigan, produciendo por otra parte dolores al animal. Hay que limpiar las acumulaciones de sarro en los dientes y poner los medios para que aparezca lo menos posible. Por ejemplo, la comida seca los ejercita y contribuye a aminorar el ritmo de acumulación de sarro en la dentadura de nuestro gato.
CONSEJO PRÁCTICO: Si el gato es viejo probablemente le crezcan en exceso las uñas debido a que no las desgasta lo sufi ciente arañando. Es importante que se las cortemos con gran cuidado ya que si son demasiado largas se pueden curvar hacia dentro del dedo, creándole importantes molestias.


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