1. Cómo tratar al gato anciano
Un gato bien cuidado supera los 20
años de edad en condiciones muy óptimas. Hay gatos que a partir de
los 10 o 12 años ya muestran signos de vejez, mientras que otros, a
los 16, siguen siendo tan juguetones como cuando eran pequeños. De
cualquier forma, es aconsejable que a partir de los 10 o 12 años de
edad le llevemos una a dos veces al año al veterinario, ya que
gracias a estas revisiones podremos tener conocimiento de si
manifiesta cualquier problema propio de esta edad.
2. Su comportamiento
Aunque nuestro gato siga siendo
partidario de los juegos, cuando es anciano suele mostrar unos signos
específi cos. Por lo general, los gatos ancianos son menos activos y
duermen más horas. Algunos aumentan de peso, aunque es más común
que adelgacen gradualmente y tengan más sed.
3. Cuidados especiales
En primer lugar, debemos
preocuparnos de que nuestro gato cuente con una buena provisión de
agua, pues como señalábamos antes, los gatos ancianos suelen beber
más que cuando eran jóvenes. Además, debemos vigilar más su aseo,
pues ya les va a costar hacerlo por sí solos. También van a tener
más problemas para librarse de las bolas de pelo y debemos poner un
especial cuidado en el estado de sus uñas.
Los gatos ancianos no suelen
desgastarlas demasiado por lo que pueden crecer en exceso, curvándose
hacia adentro y, si no hemos cuidado este aspecto, con el tiempo
podrían hincarse dentro de las patas. Si las vemos demasiado largas
habrá que cortarlas y para ello, si no nos vemos con la suficiente
destreza, lo mejor es no intentarlo y acudir al veterinario. Hay que
vigilar también el estado de los dientes y evitar que se acumule el
sarro y se produzca por lo tanto infl amación de las encías.
Es importante además durante esta
época de la vida de nuestro gato que prestemos especial atención a
su lugar de descanso. La cama tiene que ser caliente y estar en un
lugar donde no haya corrientes de aire. Por último, y a medida que
tenga más edad, podemos verle más torpe y que disminuye su
capacidad auditiva y visual. En estos casos tengamos paciencia, si el
gato está sano a pesar de que haya perdido sus capacidades juveniles
todavía puede proporcionarnos cariño y momentos agradables.
4. Alimentación
Si tenemos uno de esos gatos que son
especialmente exquisitos con lo que comen, lo más probable es que
una vez que envejecen se acentúe esta tendencia. De cualquier forma,
ahora más que nunca debemos cuidar los productos que le ofrecemos.
Sólo debemos ofrecerle alimentos específi cos para gatos de buena
calidad y es mejor que no le proporcionemos sobras de nuestros
alimentos.
Es muy probable que a medida que
envejece, el gato coma menos. No hay que alarmarse por ello, a no ser
que experimente pérdidas excesivas de peso, probablemente también
comerá con más frecuencia, por lo que debemos estar atentos a
proporcionarles esas pequeñas raciones cuando lo requiera. Puede
ocurrir que al verle todos los días, nosotros no detectemos bien las
pérdidas de peso, por ello es recomendable que llevemos un registro
cada dos o tres meses, pesándolo nosotros mismos y anotando los
resultados.
5. Visitas al veterinario
En cuanto se manifi esten los
primeros signos de vejez es importante acudir al veterinario para que
evalúe el estado de salud de nuestro gato. Después, aún estando
sano, debemos llevarle al menos dos veces al año.
Si notáramos una disminución
excesiva de peso o un aumento signifi cativo de su sed, también
debemos consultarlo con el veterinario. Si nuestro gato está bien
vigilado por el veterinario podrá gozar de calidad de vida y eso nos
permitirá disfrutar plenamente de su compañía.
6. Problemas más comunes
Diabetes: puede provocar un
signifi cativo aumento de la sed en los gatos y muchas veces se
detecta por el olor a acetona de su aliento y porque en un principio
aumenta de peso pero después lo pierde signifi cativamente. Para
saber si realmente el gato la padece, el veterinario debe proceder a
realizar un análisis de orina y de sangre. El tratamiento a seguir
suele basarse en un cambio en la dieta y periódicas inyecciones de
insulina. Si nuestro gato tiene esta enfermedad, deberemos a aprender
a pincharle.
Hipertiroidismo. Esta afección
es una de las causas más frecuentes de pérdidas de peso y aumento
de la sed de forma signifi cativa en el gato viejo. Se debe a un
pequeño tumor que se produce en la glándula tiroides, y a pesar de
no ser cancerígeno, sí estimula la segregación de esta hormona en
exceso.
Cuando el gato la padece, suele
presentarse un apetito voraz y diarrea. Probablemente nuestro gato
también esté nervioso y demasiado activo. Se suele tratar con
fármacos y mediante cirugía. Este último es un método más
invasivo pero también mucho más efi caz. La decisión de someter al
gato viejo a la intervención, debe ser tomada considerando la
opinión del veterinario, ya que él es la persona que tiene los
criterios más objetivos sobre la situación y estado del gato.
Cataratas. Esta es una de las
afecciones más comunes en los gatos mayores. Lo más habitual es que
comience con una pequeña nebulosa que vaya progresando a medida que
el gato envejezca y no llegue a producir ceguera hasta edades muy
avanzadas. Por lo general, el gato se va acostumbrando a esta pérdida
progresiva de visión. Se adapta bien a ella y no requiere que se
elimine la catarata. De cualquier forma, es muy aconsejable hablar
con el veterinario de este problema y evaluar el grado de visión que
ha perdido el gato.
Incontinencia. A pesar de que
nuestro gato haya sido un animal muy limpio y siempre haya hecho sus
necesidades en su bandeja, puede ocurrir que cuando es anciano este
comportamiento sufra variaciones.
No es infrecuente que se dé este
problema y según los expertos las razones que originan esta
incontinencia se deben a una infección urinaria o renal, lo que
implica una evaluación del veterinario. También puede tratarse de
pereza, es decir, nuestro gato es menos activo, más comodón y no ha
ido hasta su bandeja, lo que nos obligará a adiestrarlo de nuevo,
tal y como hicimos cuando llegó a casa. O simplemente puede deberse
a un síntoma propio de su edad, es decir por la propia senilidad del
animal.
En este caso, habrá que tener
paciencia y quizá poner más recipientes en la casa. Lo mejor es
consultarlo con el veterinario, ya que si nuestro gato se encuentra
en esta situación, probablemente su estado no goce de las mejores
condiciones.
Problemas dentales. Como ya
hemos señalado, el sarro es el gran enemigo de la dentadura de
nuestro gato. Y precisamente, al igual que ocurre con las personas,
para estos animales, llegar a viejos con una dentadura sana va a
determinar claramente su calidad de vida.
Al fin y al cabo nosotros tenemos la
posibilidad de los implantes y dentaduras postizas, pero nuestro gato
no. De ahí que debamos cuidar su boca desde pequeños, pero
especialmente cuando sabemos que nuestro gato ha entrado en años.
El sarro inflama las encías lo
que facilita que las infecciones ataquen las raíces de los dientes,
aflojándolos hasta que incluso se caigan, produciendo por otra parte
dolores al animal. Hay que limpiar las acumulaciones de sarro en los
dientes y poner los medios para que aparezca lo menos posible. Por
ejemplo, la comida seca los ejercita y contribuye a aminorar el ritmo
de acumulación de sarro en la dentadura de nuestro gato.
CONSEJO PRÁCTICO: Si el gato es viejo probablemente le crezcan en exceso las uñas debido a que no las desgasta lo sufi ciente arañando. Es importante que se las cortemos con gran cuidado ya que si son demasiado largas se pueden curvar hacia dentro del dedo, creándole importantes molestias.
CONSEJO PRÁCTICO: Si el gato es viejo probablemente le crezcan en exceso las uñas debido a que no las desgasta lo sufi ciente arañando. Es importante que se las cortemos con gran cuidado ya que si son demasiado largas se pueden curvar hacia dentro del dedo, creándole importantes molestias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario